lunes, 24 de febrero de 2014

El cuerpo según Lacan

Psicoanálisis. En un congreso lacaniano se discutió el papel del cuerpo como territorio de encuentros, conflictos y goces en el mundo real y en el virtual.

Un cuerpo puede convertirse en un territorio inefable, peligroso, inconstante. Y en estos tiempos, en los que la función paterna está en crisis, poseer el propio no es tarea sencilla y son vastos los ejemplos que dan cuenta de las múltiples formas, muchas signadas por la fascinación a la violencia extrema, por las que intentamos hacernos de uno: “cuerpos que se atiborran de comida de manera compulsiva para sostenerse; que se cortan para sentir o se golpean para no sentir; que se mutilan para desprenderse del falo como significante, otros donde los cosmetizan para recuperar el brillo fálico. Unos donde el tatuaje construye un cuerpo; otros en los que en lugar de un cuerpo se constituye un borde”. Así resuenan las palabras del psicoanalista Patricio Alvarez en la presentación del VI Enapol, el Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, llevado a cabo recientemente en el Hotel Panamericano bajo un tema de inmensa actualidad, no sólo para el campo psicoanalítico: “Hablar con el cuerpo. La crisis de las normas y la agitación de lo real”.
Esta particular denominación del Encuentro resuena inquietante y hace referencia a una frase que se desprende del texto La Tercera de Jacques Lacan: lo real, aquella dimensión que escapa a lo simbólico, se encabritará (se desbocará) ante los avances de la ciencia y será misión del analista hacerle frente.
Y es que en la sociedad contemporánea, signada por la falta de reglas y de un universal organizador “los cuerpos son librados más bien a sí mismos, librados a la ley del goce, ante la pérdida del significante amo que instala sus disciplinas de marcación y educación”, en palabras del reconocido psicoanalista francés Eric Laurent, uno de los fundadores de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de los referentes internacionales, además del español Miguel Bassols y el brasileño Sergio Laia, que participaron como disertadores en estas intensas jornadas del 22 y 23 de noviembre pasado. Hubo conferencias y mesas redondas, con debates e intercambios de ideas entre los más de 1.600 inscriptos (profesionales oriundos de Brasil, Chile, México, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia); se expusieron 300 casos y 14 conversaciones clínicas centradas en las investigaciones promovidas por las escuelas de Brasil (EBP) y Centroamérica (NEL), con la presencia también de especialistas chilenos y uruguayos.
De manera simultánea y distribuidos en diferentes salones del hotel, los grupos de trabajo, abordaron con avidez tópicos como “el uso del cuerpo en los autistas”, “el niño amo”, “la construcción del cuerpo infantil”, “tatuajes”, “sexualidades”, “cambio de sexo”, “el cuerpo cosmético”, “mutilaciones”, “cuerpo de mujer”, “cortes”, “melancolías”,“histeria”, “trauma”, “tiempo”, “bulimia y obesidad” o “el cuerpo y la genética”, sólo por recorrer algunos de los temas que conforman el entramado de nuestros cuerpos presentes y conquistados. “Habitados por ese real incomprensible y que –destaca Ricardo Seldes, presidente del Enapol– agazapados en el síntoma, suelen hablar de manera muy silenciosa en un escenario en el que pareciera que la tristeza no es tolerable y en el que cualquier insatisfacción pretende ser borrada”. En momentos en los que el ‘I like’ de facebook reduce los goces de cada uno de nosotros a uno sólo. Mesurable, detectable, predecible.
En estos conceptos también se detuvo Laurent, al retomar la polémica que rodeó la publicación de la quinta edición del DSM (el manual de trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría), criticado por ser un compendio excesivamente costoso, rígido y anclado en una lógica positivista. “A medida que el mundo se globaliza se tiende a medicalizar toda diferencia, a normalizar a partir de la medicalización. La homogenización de los diagnósticos explicaría el consiguiente crecimiento exponencial de ciertas patologías como la bipolaridad y el autismo. Deberíamos forjar un nuevo paradigma, en el que la anormalidad esté contemplada, ya que todos somos un poco excéntricos a toda categoría”.
Ante el empecinamiento de aplastar, amalgamar y corregir cualquier particularidad, el analista deberá entonces enfrentarnos a nuestra singularidad, incluso a partir de la lectura del síntoma que hace cuerpo. “El psicoanalista se instala como un sostén, un lazo capaz de afirmar al paciente que busca hacer pie en un mundo desarticulado y de relaciones liquidas”, apunta la licenciada Alicia Arenas, en tanto Jorge Forbes, acentúa que “lo real en cada uno no está en el mundo y que, aun ante un horizonte complejo, somos responsables, en nuestra condición de sujetos, como ya lo decía Lacan”. La ecuatoriana Piedad Ortega de Spurrier apuesta a la necesidad de los especialistas de pensar la inscripción del goce fijado en el cuerpo; de evocar un nuevo uso del significante más cerca del vacío: “Sabiendo que las palabras tienen una carga de goce, la experiencia analítica debería orientarse a que se produzca esa reducción a lo insoluble, ya que en el campo del goce existe un trozo indominable para cualquier empresa de dominio”.

Revista Ñ - 19/02/2014

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